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Foto del escritorMariana Escobar

Fantasmas En La Almohada


Hoy me he despertado con tu recuerdo sobre la almohada. No se trataba de una alucinación, producto del sopor de mi sueño; ni siquiera era el rastro de tus últimas memorias, como otras veces. Era una presencia física y definida que se hallaba junto a mí, cuya respiración podía sentir en mi cuello, y cuya risa se perdía entre mis cabellos. Era tu perfume, impregnando hasta la médula de mis anhelos, fundiéndose con mi aire y haciéndose uno con mi aliento. Eras tú, simplemente tú. Y, al mismo tiempo, era mucho más que eso.


Era como sentir el peso de nuestro ayer abrazándome por la espalda y susurrando a mi oído, con esa voz y ese acento que tan bien conozco, que me quedara a su lado; como si el último año hubiese desaparecido del calendario, y hubieses regresado sólo un día después de aquel silencio obligado, para pedirme que no me fuera. Como si a lo lejos, tu alma sintiera que no deseaba hacerlo, y que sólo esperaba una palabra tuya que me dijera que aún valía la pena luchar por este amor; y, entonces, hubiese decidido derribar la barrera de nuestro orgullo, para darle la oportunidad a un sentimiento que no ha podido morir en nuestro corazón.


¿Acaso piensas en mí?... Quisiera creerlo. Algunas veces creo que lo haces, o que al menos en instantes te acuerdas de mí, y entonces ya no me siento como un fantasma marchito que se esfuma de tu memoria con el paso de los días. Pero otras tantas, creo que tan sólo soy un recuerdo sin importancia entre las piedras lajas que has dejado en tu camino; y entonces me siento tonta por cada lágrima y cada verso que he derramado por ti durante mis insomnios, y por cada momento en que te has colado por las rendijas de mi nostalgia, para llenar de rocío los pétalos de mi almohada. Sólo allí consigo odiarte. Pero vuelve el sol en la mañana, como aquel que amaba jugar con el color de tus ojos; y te arropo en mis sentimientos para que sigas durmiendo, en lugar de ahogarte con la misma almohada que se ha cansado de contener todas mis ilusiones rotas.


Sin embargo, y pese a lo vívido de mis memorias, hoy sé con más certeza que nunca, que tú ya no estás. Incluso, que hace mucho tiempo que yo tampoco estoy. Porque aunque nuestra historia aún me visite por las noches para acariciar mi cabello, he aprendido a abrir los ojos cuando llega el alba y a abandonarte, para continuar con una vida que fue tan tuya como mía alguna vez, pero de la que ya no haces parte. Y sé también, porque este fantasma no me deja lugar a dudas, que siempre he de llevar tu recuerdo de viaje conmigo, aunque ya no hagas parte esencial de mi equipaje. Pero creo que puedo vivir con ello, que podré seguirlo haciendo de ahora en adelante, porque mi almohada es lo suficientemente grande para contener nuestros sueños, aunque estos ya no sean los mismos. Y, de esa forma, aunque aún nuestro pasado se siga mirando a los ojos, sé que estamos listos para decirnos adiós.


Sólo quisiera pedirte un único favor, en las que posiblemente sean mis últimas líneas. Trae tu propia cobija, porque los momentos compartidos no deben fundirse en un único abrazo. Es la única manera en la que podrán coexistir con los nuevos sueños que ya comienzan a asomarse por mi ventana. Si puedes hacerlo, entonces podremos seguir viviendo en el mismo espacio, y yo le diré a mis mariposas azules que aprendan también a comer de tu mano; porque entonces sabré que aún podemos seguir siendo amigos, y que en este cuarto lleno de fantasmas, siempre habrá lugar para un espíritu más.

4 comentarios

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4 Comments


Mariana Escobar
Mariana Escobar
Oct 07, 2019

Gracias, Daniel. Y no, nunca me he planteado dejar que la tinta se seque, porque para mí, escribir hace parte de lo que soy. Seguramente, para ti también, y por eso creo que me entiendes. Me alegra que te haya gustado, sabes que siempre me pongo en tensión cuando se trata de prosa. Pero tus palabras de aliento me hacen feliz. Un fuerte abrazo 🤗🌷🤗🌷🤗🌷🤗🌷

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daniel.otero02
Oct 07, 2019

La vida suele ser como un día, un día entre tantos, que una y otra vez comienza y al mismo tiempo sabe de ocasos. De ese adiós que como el sol se despide, sabiendo que jamás es un adiós que suspire. Porque siempre quedan rastros del recuerdo que van dejando su huella en el inconmensurable camino. Aún así se puede vivir, sin hacer fuego en olvidos y sin olvidar lo que tanto ha dolido. La grandeza es mirar al sol que amanece de frente y hacia atrás, sólo guardar los retazos de nido. Lo que fue o lo que ha sido. Entonces podemos seguir haciendo camino sin que el amar o el amor se nos vaya y herido. ¿Qué será…

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Mariana Escobar
Mariana Escobar
Oct 07, 2019

Gracias, mi María, por tus palabras de aliento. Y tienes toda la razón. Un día te duelen tus fantasmas, y llega otro día en que puedes sentarte con ellos a tomar café. Y cada etapa se va cerrando así. Un abrazo inmenso para ti 😘😘😘😘😘

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gem.vila
Oct 07, 2019

Cuando se ha amado tanto siempre nos quedará ese recuerdo, primero lidiaremos con el dolor hasta que este se transforme en un sentimiento que ya no nos haga daño, sino que sea parte de nuestra historia y pueda quedarse en un lugar del corazón pero ya sin odios, ni rencor. La nostalgia estará hasta que una nueva sonrisa sea capaz de sacar la nuestra.Y abracemos un nuevo amor. Precioso tu escrito,maravilloso que siempre te arriesgues a cosas diferentes, pues tu puedes. Besos.

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