No hay salvación para el hombre, ni escape del castigo
Que acumuló sobre sí por su gran maldad. (Ez 9.10)
Nadie puede dar rescate por su vida al Dios vivo;
Elevado es su precio, ningún ser lo logrará jamás (Sal 49.8)
¡Caro le ha de resultar al ser humano su descarrío
Separado de Dios por la eternidad! (2 Ts 1:9)
Pero Dios, en su amor, no quiere la muerte del impío
Sino que de su mal proceder se arrepienta,
Se vuelva de corazón de sus malos caminos (Ez 33.11)
Y abandone para siempre sus prácticas perversas
¡Él es Jehová, Dios de amor, lento para la ira
Grande en misericordia y verdad! (Ex 34.6)
Mas también es Juez justo que ama la justicia (Sal 11.7)
Y que conforme a nuestras obras nos recompensará (Jer 21.12)
Si su santa ley demanda la muerte del alma impía
Y no se ha hallado inocente entre los hijos de Adán
¿Cómo podría ignorar, entonces, del hombre su perfidia;
Cómo su vanagloria; cómo su inmoralidad
Para que, de esta forma, conserve la vida
Y al abrigo del Altísimo pueda habitar? (Sal 91.1)
¿Habrá perdón posible para el pueblo que Dios estima? (Is 43.4)
¿O pese a este amor se condenará?
¿Podrá limpiarse el hombre de su conducta inicua?
¿Quién de nosotros se podrá salvar?... (Lc 18.26)
No perdamos la fe ni demos nuestra causa por perdida
No desfallezca nuestro ser ante la inminente fatalidad
Para Dios es cosa realizable en su poder y soberanía
Lo que resulta imposible para el hombre mortal (Lc 18.27)
(El gran amor del Señor nunca se acaba
Y su compasión jamás se agota (Lam 3.22)
Por eso el hombre aún tiene una esperanza
De alcanzar para siempre misericordia)
Pues de tal manera nos amó Dios, que envió a su Hijo Jesucristo
Para salvar así a la humanidad (Jn 3.16-17)
Haciendo en Él efectivo el castigo
Que merecía nuestra iniquidad.
El que no conoció pecado, como al pecado mismo (2 Co 5.21)
Fue tratado por el Dios de santidad
Para dar luz a los ciegos y libertad a los cautivos, (Is 42.7)
Y reconciliarnos para siempre con el Padre Celestial;
El Siervo de Dios por nuestras rebeliones fue herido
Y sobre Él fue el castigo de nuestra paz (Is 53.5)
Y hoy tenemos entrada, por su perfecto sacrificio
Al trono de Dios a perpetuidad.
Él es el unigénito del Padre, que como niño fue nacido (Is 9.6)
El Verbo de Dios (Jn 1.14) en quien habita la plenitud de la Deidad (Col 2.9)
¡Fue el mismo Dios quien se humilló a sí mismo (Fil 2.8)
Y murió en una cruz por los pecadores, mostrando así su amor y bondad! (Ro 5.8)
Más al tercer día resucitó, como está escrito (1 Co 15.3-4)
Venciendo la muerte para demostrar
A todas las naciones que Él es el Hijo de Dios, el Cristo,
Quien da vida a todo el que crea en su nombre, y que nos puede salvar (Jn 20.31)
Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14.6)
Quien oye su Palabra y cree al que le envió, de muerte a vida pasará (Jn 5.24)
Sólo Él es mediador dado a los hombres, la única vía (1 Ti 2.5)
Para alcanzar al Padre y redención encontrar
Si deseamos ser librados de nuestra sentencia merecida
Debemos aferrarnos a la cruz con humildad
Y pedir al Señor de su gracia divina
Por la sangre de Jesús, nuestro Príncipe de paz (Is 9.6)
¡Sólo a través de Cristo podemos ser salvados
Sólo su obra ante Dios nos justificará!
Sólo su sangre preciosa ha comprado (Ap 5.9)
Para el hombre una nueva oportunidad…
Pues en Él fue satisfecha de Dios la justicia,
Dando al Juez Supremo el pago que exigía la maldad
Mas fue también satisfecha la misericordia,
Restaurando entre Dios y el hombre la relación rota
Al pagar la deuda en nuestro lugar
¡¡Y por ello damos gloria a Dios las alturas
Y en la tierra paz a los hombres que gozan de su buena voluntad!! (Lc 2.14)
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