Vuelas sobre mi ventana, entre mis mariposas azules,
Pequeña mariposa extranjera
Con tus alas amarillas, y tus ojos madera y caramelo,
Con tu esplendor de ave pasajera...
Y te posas en mi vida un instante, descuidada y leve;
Distinta y elevada; imponente y serena;
Para teñir con tus colores el monocromo azul de mi cielo
Y dibujar entre mis nubes un sol de primavera...
Y te ofrezco mi mano, con una sonrisa tibia
Y tú me devuelves una mirada quieta
Intensa y dolorosamente tuya,
Pero caprichosa e irremediablemente ajena...
Entonces comprendo que has de seguir tu peregrinaje
Para hallar reposo en otra vera
Y que, aunque efímero fue tu paso por mi estancia,
En mi memoria febril has de ser eterna.
Adiós, mariposa que vuelas hacia lejanos campos
Con tus alas amarillas y tu mirada de madera;
Con la ligereza de las despedidas que son para siempre
Y tu esplendor de ave pasajera...
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